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COMENTARIOS Y CRÍTICAS

Entre las muchas cosas que en general se les exige a los artistas, es que no se encasillen, asumirlo es relativamente fácil, pero llevarlo acabo no tanto. Se necesitan horas y dedicación absoluta, si se quiere que el resultado revista un mínimo de interés. Antonio Mejías, pintor gaditano, ha sido muy consciente de ello y después de practicar un costumbrismo con ciertos vises de realismo social, muestra al público una nueva etapa pictórica en la que el concepto (inserto, las más de las veces, en los grandes interrogantes abiertos por la postmodernidad) y una cuidada puesta en escena (jugando con el contraste que supone poner de lado serenas figuras helenizantes y vertiginosas perspectivas de rascacielos), son sus ejes principales.

 

Margarida Foix (REVISTART- Revista de las Artes).

 

 

Hay un cierto halo mítico en los cuadros de Antonio Mejías. La creación de un mundo extraño, diferente, que nos evoca nuestra imaginación literaria. Su pintura es narrativa, donde, mediante una especie de collage visual, una clara referencia a la estatuaria clásica y una constante alusión a la arquitectura contemporánea, además de un sinnúmero de apariciones de utilería cotidiana, se nos transfiere, como ideas puras, abstracciones, toda una serie de sensaciones y percepciones, que nos llevan a compartir con el autor el sentir de la existencia humana del día a día.

 

A.Montesinos (Diario Levante).

Sorprendentes imágenes podemos ver en la obra de Antonio Mejías. Imágenes de un sueño poético que podría describirse como utopía de lo imaginario, contraponiéndose a lo real de cada día; imágenes desacostumbradas que inquietan, en las mujeres de hierática belleza, impasibles y distantes, asumen el protagonismo entrelazadas o relacionadas con estatuas de piedra, máquinas, ruedas, engranajes, dioses, guerreros o esfinges, y que desprenden tristeza y melancolía, tristeza y melancolía que inunda la pintura de Antonio Mejías.

 

Oscar Sanz (Doctor en Filología).

En la obra de Antonio Mejías los dioses se confunden con los hombres, los clásicos monumentales y eternos, conviven con las realidades y los sentimientos. Su pintura usa la monocromía con destreza, en una sobriedad que recuerda a la escultura.
Los ojos vacíos de los rostros hipertérritos de las estatuas, recuerdos de un pasado glorioso pero en ruinas, se confunden con las intensas realidades de nuestro presente, máquinas modernas, bastiones de una civilización que al final, sufre y quiere las mismas cosas.

La obra de Mejías va más allá de la originalidad, encontrando en la grácil composición de temas propios un camino intimista y muy personal, que promete.

 

Dora Ruíz ( Revista de Artes Plás@ticas - Plecs d́Art). 

 

 

INTERPRETACIÓN DE LA OBRA “ANTONIO MEJÍAS: EL PASADO QUE VIVE EN EL PRESENTE”.

Antonio Mejías. “Experance 2”. Galería de Arte Monticelli. C/ Jovellanos 1, bajo. Del 2 de octubre al 14 de noviembre. Horario: lunes a sábado, de 11 a 13,30 h. y de 17 a 21 h. Cerrado domingos y lunes por la mañana.

Antonio Mejías Acosta (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1962) es diplomado en Ciencias de la Educación (antiguo Magisterio) en la especialidad de Lengua y Literatura Española e idiomas modernos. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, es profesor de la Escuela de Artes de Jerez de la Frontera, donde imparte cursos de Enseñanzas Artísticas Superiores de Dibujo de Interiores y diseño gráfico. (La Escuela de Artes de Jerez, desde hace tres años imparte cursos de nivel universitario, además de ciclos de Formación Profesional).

Está finalizando ahora su tesis doctoral que lleva por título “Nuevas Tecnologías en la Educación Artística: el portafolio electrónico”. Tal portafolio consiste en la elaboración por parte de cada alumno de un archivo informático sobre trabajos realizados en el aula, una especie de retroalimentación del aprendizaje ya realizado. Los alumnos responden a cuatro puntos acerca de la obra concreta: 1.- Descripción (para alguien ajeno a las cosas del arte); 2.- Reflexión (u opinión personal sobre el trabajo realizado); 3.- Competencias (que el trabajo contribuye a adquirir entre las señaladas en el currículum de la materia), y 4.- Justificación (razonada de dichas competencias).

La dedicación de Antonio Mejías a la enseñanza es intensa. Sin embargo no le gusta el término “profesor”, en la acepción clásica de transmisor de conocimientos. Prefiere considerarse como creador de situaciones de aprendizaje. En su currículum constan 50 cursos por un total de 1280 horas, entre cursos recibidos, asistencia a jornadas, simposios y congresos, más otros cursos y grupos de trabajo de los que él mismo ha sido coordinador y promotor. Desde 1984, en que empezó a exponer, hasta el día de hoy, treinta años después, ha celebrado 75 exposiciones (35 individuales y 40 colectivas). La actual de la Galería Monticelli consta de 11 óleos, unos sobre lienzo y otros sobre tabla, y 6 grabados (5 al aguatinta y uno a la punta seca). El título “Experance 2” combina las palabras experiencia y esperanza, ambos términos referidos a vivencias personales del artista y sus próximas alternativas vitales. Le gusta a Antonio Mejías jugar con los títulos. Una mujer en forma de estatua clásica vistiéndose en la playa, se titula “Robado”, como las fotos de los paparazzi.

¿Y por qué hablamos de estatuas clásicas? Porque en la obra de Antonio Mejías conviven el pasado de antiguas civilizaciones con el presente del mundo industrial y globalizado. Debido a los medios de transporte e información, hoy vivimos de manera más intensa que antaño, pero seguimos siendo los mismos de siempre. Si leemos los versos ante una puesta de sol escritos por un escriba egipcio de hace 5.000 años, veremos que las actitudes y sentimientos no han cambiado. Nos puede resultar chocante ver a las Tres Gracias de Antonio Canova (museo Hermitage de San Peters- burgo) referidas a la mitología griega, al borde la playa de San Lorenzo de Gijón. Pero esas tres mujeres que exhiben, admiran y comentan sus bellezas, hacen lo mismo que las chicas que han paseado este verano por el arenal: cada una potencia lo que mejor tiene de su cuerpo, compite con las demás y evalúa las miradas de admiración que suscita entre sedentes y paseantes. Boticelli, Rafael y Rubens pintaron a las Tres Gracias en siglos anteriores.

Ahí tenemos también a la “Antígona” de la tragedia de Sófocles. Debajo de su rostro se atisba una silueta de mujer con falda de tubo y al fondo, sobre la supuesta plaza o ágora, el artista ofrece un rascacielos. No pretende Antonio Mejías comparaciones detalladas con la heroína griega. Eleva simplemente un homenaje a la mujer de hoy, que viene haciendo real su igualdad con el varón.

La pintura de Antonio Mejías es monocolor y muy texturada. La ausencia de color favorece el claroscuro y le va muy bien a la representación volumétrica de las estatuas y arquitecturas griegas, tantas veces protagonistas de su obra. Las fuertes texturas de la superficie del lienzo o de la tabla, a base de técnicas como el frotamiento, el raspado, las huellas impresas de ciertos materiales cotidianos o el uso de lijas sobre fuertes imprimaciones de gesso, introducen un elemento de modernidad, muy acorde con la presencia del mundo actual. Es de valorar esta cohe- rencia estética entre fondo y forma, como antaño se decía, continente y contenido, tipo de pintura y visión del mundo. Es también una pintura narrativa, aunque siempre abierta a lecturas e interpretaciones. En la serie sobre “Judith y Holofernes” conviven un toro asirio con sombrero multicuerno, un arco de herradura andalusí y un capitel de pencas del prerrománico asturiano. En otra de las obras los personajes están representados dos veces en el mismo cuadro, lo que introduce el factor tiempo en la pintura, que es arte del espacio. Detrás de Holofernes, autorretrato del artista, hay otra referencia asturiana: la capilla de Santa Cristina de Lena. ¿Dónde está la conexión con el relato bíblico? Puede haber lecturas secretas, que responden a vivencias del autor. Y puede tratarse de un amor imposible entre Judith y Holofernes, a la manera actual del cineasta chino Wong Kar-wai (Shanghai, 1958), bien conocido por Antonio Mejías. Para Wong no basta con encon- trar la persona adecuada si el momento no es el oportuno. Y así, una vez más, cerramos el círculo entre pasado y presente, bajo diversas circunstancias, pero con el mismo resultado.

JOSÉ A. SAMANIEGO. LA NUEVA ESPAÑA.

La dedicación al arte de Antonio Mejías toca muy diversas facetas más allá de la docencia. En su condición de creador artístico, se aprecia la búsqueda incesante de la autenticidad, de la necesidad fundamental de implicarse en sus composiciones realizando un análisis profundo, que aporta aún más validez a su discurso pictórico, en el que vida y obra se entremezclan y confunden.

 

Montse Ledo, Gerente de Galería Monticelli, Gijón.

Sin otro interés que el de facilitar la comprensión de la intencionalidad de la pintura de Antonio Mejías, este texto pretende aportar algunas nociones y conceptos que se barajan en la obra, en general, y que, a grandes rasgos, habitan en el pensamiento del autor.

Aunque, de marcado realismo en la figuración, esta pintura no pretende la representación como tal, sino, más bien, el simulacro. Simulacro entendido como la generación de modelos de algo real, sin tener un claro origen en la realidad: algo hiperreal. Sería como un nuevo intento de redescubrir el realismo, a través del análisis de la sociedad y la cultura, prestando especial atención a la forma en que aparecen las cosas –su fachada– y cómo ésta depende de la significación que alberga, constituyéndose en espejo de la sociedad que representa, mediada por las repercusiones del capitalismo, industrialización, globalización, ...

Sin obviedades, los diversos significados que presentan las distintas obras mantienen una línea común, procuran actuar como sugerencias, como invitaciones a la reflexión, a la interpretación –pretenden interpretar, no crear- y a la reinterpretación, sin congelarse: nunca los significados son definitivos. Por lo tanto, el significado será permanentemente incompleto, atendiendo a su propia deconstrucción y, de esta forma, sólo existirá en el proceso de observación, interpretación y crítica, una vez finalizado el propio proceso de experimentación del autor.

En su estética, las obras pretenden y obedecen a cierto eclecticismo, mostrando y, en ocasiones, buscando una belleza disonante, derivada de la combinación, a modo de collage visual, de motivos ornamentales, arquitectónicos, esculturales clásicos con otros motivos y estilos plenamente contemporáneos. Esto responde a un marcado interés por intentar interpretar la realidad, a través de la elaboración del discurso presente/pasado.

El eclecticismo y la deconstrucción del significado de la temática de la obra, tratan de extrapolarse a la técnica de ejecución. Técnica mixta, donde tiene un papel preponderante el óleo en sus dos aspectos: compacto en el manchado inicial del cuadro, del cuál, a modo de deconstrucción, se quitará, añadirá y arrancará distintas partes, según convenga y a partir de distintos procedimientos ( frottage, picuage, ...); diluido en aceites y trementina para veladuras en aspectos valorativos del trabajo final. Pero también la tinta servirá a la pintura para dibujos iniciales y acentuar su contraste. Además, los lápices serán utilizados en el dibujo y la iluminación. Y, por último, gessos y acrílicos proporcionarán a la obra la preparación, el basamento y la textura de la obra.

Antonio Mejías. Interpretación.

© 2024 MejíasAcosta

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